'On The Road' quema, quema, quema.
Tenemos que encontrar por nosotros mismos algunos puntapiés
En la adaptaciónn del famoso y voluble libro de Jack Kerouac On The Road, Walter Salles ha conjurado una película que es fiera y serena, siempre mirando al horizonte mientras ahonda en la belleza del aquí y ahora. Esta no es una proeza pequeña. Salles hizo The Motorcycle Diaries, la única otra película genial de carretera de la memoria recente, pero añun así, hay muchas formas de que una película de Kerouac se hunda (mirad The Subterraneans), y esta las evita practicamente todas ellas. Quizás deja demasiado del lenguaje cinético del libro en el suelo; esta es una historia sobre las palabras tanto como lo es sobre el movimiento, la carretera. Pero como estos soñadores, quemados y frustrados trotamundos que regresan adelante y atrás a través de América en busca de lo que no sabes, la poesía ahumada de sus amplias vistas y el murmullo urbano del clamor proviene de un puntapié, de un verdadero puntapié.
El doble de Kerouac, Sal Paradise (Sam Riley, que encuentra una variación muy bonita de un artista condenado que él previamente inhabitó como Ian Curtis en Control), un autor en potencia viviendo en el apartamente de su madre en Queens a finales de 1940s. Él es el compañero y amigo de su efisivo, alternativo y afligido-y-en-pánico amigo poeta Carlo Marx (Tom Sturridge), un retrato nada encubierto de Allen Ginsberg. Y juntos, son seducidos por la presencia volcánica de Dean Moriarty (Garret Hedlund), un hombre como un cohete que llega desde Denver y es descrito por la narración estridente y amanerada de Sal (que suena como la prosa bop espontánea emocionada, pero que es en realidad una toma decente de la voz de Kerouac) que ha pasado "una tercera parte de su tiempo en una sala de billar, una tercera parte en la cáscel y una tercera parte en la libreria pública".
Dean - un título para su obsesión en la vida real, Neal Cassady - también está buscando salir de Nueva York y volver a San Francisco con una chica a remolque, Marylou (Kristen Stewart, saliendo de su zona de confort sólo ligeramente), y una mujer con la que casarse en el otro lado, Camille (Kirsten Dunst). Sal hace autostop hacia el oeste con su libreta, empezando el barullo de la película de cruzar el país viajando y observando noches ingiriendo Benzedrine.
El resguardado y tímido Sal (un canadiense que habla un francés aflautado con su hosca y prepotente madre, ocultándose poderosamente en su subconsciente) está totalmente preparado para aferrarse a un guerrero como Dean. A Sal no le importa que Dean conduzca como un murciélado salido del infierno, y en las escenas más largas en la carretera, Sam hace bastante de su mejor trabajo, creando pequeños poemas visuales saliendo del modelo de la lluvia en el parabrisas y la charla interior.
Aún así, Dean es una criatura extraña. El Dean del libro era un motor-desbocado conectado a la vida que nunca usaba una palabra cuando 15 lo harían. Hedlund le interpreta con una clave baja, con una voz profunda y un estilo más deliberativo, a veces pareciendo casi letárgico. Pero sigue siendo magnético, haciendo pedazos la carretera, encadenando los cigarrillos, y apareciendo desnudo en un montón de pisos con agua fría (durmiendo con cada mujer con la que se encuentra, incluso engatusando a un semi-protestante Carlo de 3 maneras). Él es un vagabundo hermoso que Sal no puede dejar de admitir que le ama, a través de un apretó y un abrazo y colegueo profundo que hay en los ojos de cada uno en más de una ocación. )No por nada vemos a Dean leyendo Swann's Way). Que él defraudaría a todo el mundo eventualmente es algo predestinado.
A parte de Dean, sólo la versión de William S. Burroughts de Kearouac, el viejo toro Lee (Viggo Mortensen, acercándose a las cadencias afeitadas y los aires de desolación aristocrática de Burrought) parecen ser capaces de separarse de la tormenta que se arremolina. En un pequeño interludio durante otra larga conducción, Sal, Dean y la cuadrilla de Bull aislados en Lousiana, donde sus pistolas empaquetadas son un sucedáneo del padre sentado en el porche en una silla, con huellas rojas de jeringuillas en su brazo. Al contrario que Carlo, Sal y Dean, Bull es el escritos que no habla sobre ello.
Su diferencia se hace clara en cómo la escritura dirige On The Road. Demasiados intentos de dramatizar o explicar la generación Beatnik americana, intentando fijarse en sus deseos artísticos. Como un subconjunto de las categorías nunca-expandidas del siglo 20 de los tipos contraculturales, los beatniks normalmente se retrataban como poetas y novelistas, pintores y músciso (al contrarío, dicen, de los punks i hippies, definidos por su moda y actitud). La película parece seguirlo a pies juntillas: toto dl mundo aquí (los hombres, al menos) quieren escribir, y les está matando que las palabras no vengan fácilmente. Pero lo que la película entiende es que mientras On The Road es una novela sobre intentar escribir una novela (o más correctamente, intentar encontrar un tema suficientemente bueno para una novela), también va sobre cómo la vida se mete en el camino.
La vida que Salles y el guionista Jose Rivera han capturado aquí es una narración al azar, de hombres jóvenes lanzándose a sí msimos relajadamente a los espacios americanos geniales. Sal deambula con un propósito, hambriento de experiencia con la que alimentar su novela en potencia. Él recoge algodón con trabajadores inmigrantes, conduce desesperado y con muchas dificultades en una tormenta de nieve, y vive la la mano-a-la-boca y de apartamente en apartamente de una manera en la que él no hubiese podido hoy en día. El pasa al lado de una cartelera para el desarrollo de una casa, prometiendo un tren suburbando anodino y regularizado en el futuro. dean y él se pierden a sí mismos tomando abiertamente píldoras de Benzedrine y brindando por las noches.
Aunque la película de Salles ignora demasiado de la verborrea de Kerouac y la verdadera velocidad maníaca de Dean, también reconoce la energía de la novela y su tragedía. Eventualmente el coche se quedará sin gasolina, y todo el mundo volverá por la noche, resplandeciendo con recuerdos pero también un poco tristes y muy solos.
Puntuación:
Traducción LaSagaRobsten
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